martes, 14 de febrero de 2017

Yo, una vez me enamoré...

Bueno, me he enamorado muchas veces y de muchas maneras (porque el amor como sentimiento solo hay uno, lo que cambian son las maneras de amar; apasionadamente, tranquilamente, fugazmente, sencillamente,intensamente,maternalmente...) pero quizás hoy, comiendo en un japonés y siendo 14 de febrero me recordó a ésta historia...
...Y he querido contarla....


Hace unos doce o catorce años  (yo era doce-catorce años más joven, obviamente ) Aquí, en la islita con un puerto tan importante y con tanto mestizaje no nos daba miedo probar una gastronomía diferente.

A mi pareja de aquel entonces le encantaba la comida japonesa y, oyó decir que habían abierto uno muy barato en una barrio de la ciudad; así que, un día, me llevó para invitarme....

El negocio era regentado por un matrimonio y era un local muy humilde, él, japonés aparentemente mucho mayor que ella; ella, canaria con poderío que, por la pensión de su padre se habían conocido y, se habian ido a Japón muy jóvenes , tuvieron dos hijos y, con el paso de los años volvieron a la isla donde estaban tranquilos y podían realizar los sueños de negocio.

La señora (muy brava ella) contaba una historia cada vez que traía un plato, que si su marido era uno de los mejores chefs de Japón, que su hijo había ido a estudiar y seguir los pasos de su padre y esa noche estaba de cocinero, que en Japón cuando estudias para chef eres casi como un Dios y, los tres primeros años solo estás cortando pescado...
Historias que hacían muy amena la comida pero nada íntima....
Tal era su hospitalidad que acabó convenciendo a su hijo para presentarse a nosotros los comensales (estábamos solos en el restaurante)

Y, entonces, le vi.....
Esa mezcla japo-canaria me dió un ostión en la cara, unos ojos rasgados bajo una piel tan morena me enamoró desde el instante uno....


Se presentó, me presentó a su sonrisa y se metió en la cocina...
Chao pescao....
Como un borrón de la memoria, pasó el instante y se quedó el impacto que hizo que ni su nombre lo retuviera mi cabeza...
O sea, algo que viene... Y se vuelve a ir.

Pagamos, nos quedamos muy satisfechos y nos fuimos comentando que, quizás el negocio, iba a durar muy poco, quizás por la locura sana de la dueña, por la ubicación, poca publicidad....

Volvimos par de veces más y yo deseando siempre que el chef saliera a presentarse a los comensales...pero nunca más salió y, la calidad y carácter de los propietarios del negocio era cada vez más agrio hasta que, una vez fuimos y ya estaba cerrado....

Me olvidé falsamente de aquella sensación , aquel lugar y de aquella comida....

Pasaron muchos años, muchos amores y muchas vidas y, una vez, se presentaba un ciclo de cine de  Takeshi Kitano promovido por la Asociación de cine Vértigo de Canarias, yo soy muy friki de éste director y cada película tras la emisión gratuita en pantalla grande daba lugar a la historia de la peli y debate de la misma .
Ese día ponían sonatine, película que me encanta.
Allá que me fui con par de colegas.

Pues, antes de la emisión, entramos a un bar que estaba al lado a comer algo y echarnos una cerveza....
Y, de repente, otra vez, como una ostia en la cara , le vi a él....
con su padre....
mirada perdida....
Y yo, perdida en su mirada de nuevo....

También iban al cine....

Toda la peli me la pasé mirando un cogote e imaginando historias que me hubieran gustado vivir.

Tampoco le vi más...

Pero la vida planea para que recuerdes, para que sueñes....

A los pocos días en una consulta médica ojeando una revista casualmente de gourmet y tendencias ví su foto y su sonrisa en una doble página: el artículo hablaba del chef japonés en más alta estima y más joven que tenía la isla, ¡un orgullo vaya! lo había aprendido todo de su padre decía, su belleza se la había dado su madre decía...
No pude sino sonreír, enamorarme de nuevo....y, robar la revista....

Y, hoy, recordando y escribiendo la historia, sonrío e imagino historias de nuevo....
Historias como la de su madre que, casualmente me contó de pasada y que se refleja en la crónica que detallo a continuación....
Historias que te llegan...

Eva, con solo 16 años, de Las Coloradas a Tokio

Cuesta imaginar a una niña de apenas 16 años viajando desde Las Palmas de Gran Canaria a Tokio en la década de los 70 sin haber salido jamás de su isla, Gran Canaria. La historia de Eva es el típico relato que se esconde en las ciudades y que salvo que tengas la suerte de darte de bruces con ella es imposible que lo conozcas. Eva Sosa nació en el seno de una familia trabajadora cuyo padre tenía un buen sueldo y sus tíos una pensión en la que se quedaban algunos marineros. Uno de ellos era Minoru Serata, 20 años, que trabajaba en el Puerto de la Luz y que cada poco desaparecía y cada poco volvía a la isla y, por tanto, a la pensión.
Todo indica que Minoru se enamoró perdidamente de Eva la niña de 14 que transitaba el hostal hasta el punto de pedirle el matrimonio. Dos años de novios. Habló con sus padres y sus abuelos y luego hablaron con la niña. Todos dieron su consentimiento. “Yo tenía solo 14 años cuando mi abuela me dijo que él me quería. Dos años después me subí al avión rumbo a Japón y no paré de llorar hasta que terminó el viaje. Era una niña…”. “Minoru”, recuerda ella,”era una persona muy querida en mi casa y yo también le tenía cariño porque era un hombre bueno, que es lo que una madre quiere para sus hijos, pero claro, yo solo tenía 14 añitos, era muy chica”. Como digo el marinero japonés insistió tanto que finalmente los papás de Eva aceptaron el casorio –ella solamente cumplía órdenes como niña obediente que era- y se casaron no sin antes acordar con su suegro que cada año tenía que traer a su hija a Las Palmas de Gran Canaria para verla y saber de su boca si estaba bien. Así se hizo.
Eva se casó en la Iglesia de Nuestra Señora del Pino en 1971 y si observamos la foto del acto no vemos a una novia especialmente feliz, al contrario, parece asustada. Dos días después viajaron a Japón y ella, que como ya he dicho no había salido jamás de Gran Canaria, hizo el viaje llorando, recordando a sus padres y a sus hermanos. “Yo no tengo imágenes de felicidad de aquel día, no, tengo recuerdos de miedo porque yo era una niña, me iba con un hombre al que apenas conocía y con un aspecto físico que a mí me parecía raro porque nunca había visto a una persona con los ojos así, rasgados. Si hoy me preguntas si dejaría que una hija mía hiciera el mismo trayecto en las mismas condiciones te digo que no. Fue muy duro, de mucho desgarro y eso que mi marido era muy bueno, buenísimo”. Cuando la pareja hispano/japonesa llegó a Japón fue recibida con alborozo por amigos y familiares de Minoru quienes entendieron el esfuerzo de la chiquilla y la acogieron como una hija hermana, cuñada… “Gente maravillosa a la que adoro”, recuerda emocionada.  Al poco tiempo el matrimonio abrió en Japón un restaurante de comida japonesa cultura gastronómica que domina hasta el punto de que en varias cadenas de la televisión japonesa Eva y su marido se convirtieron en invitados habituales porque la niña canaria se había adaptado espectacularmente a su cultura gastronómica. Frente a las cámaras ella hacía demostraciones. En Japón nacieron sus dos hijos Hideo y Mina.
Recuerda que en esos años, los setenta, la única forma de comunicarse con sus padres en Canarias era por cartas que tardaban semanas y semanas en llegar. Una cosa le había prometido Minoru a Eva: “Cuando tu mamá te necesite nos iremos para Canarias”. Dicho y hecho. En un cumpleaños su marido le hizo el regalo de su vida. Regresaban a su tierra, Las Palmas de Gran Canaria, y montarían un restaurante japonés. Y así fue. Un “japo” en Las Coloradas que fue muy transitado por quienes nos gusta la comida japonesa....
( Fuente:La provincia- marisol Ayala-13 diciembre 2014)
Les dejo con una canción de amor para día como hoy...
donde Li Saumet cuenta que, los amores no son uno solo...son dos...
Sean dos....


Besitos amorosos y Lupeidos....






lunes, 6 de febrero de 2017

Don´t stop believing...

No dejes de creer,
en que las alas te seguirán creciendo,
por mucho que intenten cortártelas
siempre querrán volar
Volar muy alto y lejos,
Escapar.

No dejes de creer,
en los sueños
que ves aplastados sin más,
se alimentan cada noche y cada día,
de la esperanza que les das

 No dejes de creer
que no vas a ninguna parte,
siempre hay una salida
a todo lo que te pase,
sigue las señales.

No dejes de creer
que el miedo es la reacción del sentimiento.
No dejes de creer
en ese sentimiento,
que te provoca ese miedo
pero que te hace sentir viv@
que te hace sentir lleno.

No dejes de creer
que las equivocaciones a veces son buenas
para comprender,
que tales tropiezos
te harán mas fuerte.
 te darán otra visión,
otra perspectiva...
te dirán dónde fallaste.

No dejes de creer
que eres capaz de todo
todo esto
todo el resto que te echen
todo y más...
TODO.


Les dejo con un gran tema de un gran grupo.....disfrútenlo!